Ya empieza a caer la noche, y por los callejones de la zona industrial de Caceres, se escuchan desorganizados ruidos de pasos a los que no acompaña ninguna silueta. Su necesidad de esconderse ha sido enorme, pero olvidó amortiguar el ruido. Aun así, nadie podria decir que las lagrimas nublaban sus ojos hasta impedirle ver bien por donde corría. Gruesos goterones surcaban sus mejillas y mojaban su camisa, pero no se le escapó ni el más minimo quejido, al fin de cuentas cuando vives escondiendote aprendes a llorar bajito.
El atronador sonido de su corazón, que corre desbocado de miedo, amortigua el mundo exterior. En su cabeza, dos realidades chocan furiosamente. Los colores pierden saturación ante el dolor de la imagen que ESO ha implantado por la fuerza en su imaginación. Porque es ESO, no su hermano. Huele como Jonás, se ve como Jonás y habla como Jonás, pero estaba equivocada, no lo es.