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Si has llegado hasta aquí, creo que mereces mis agradecimientos. ¿Por qué? Como sabes, me gusta la gente que raya en la superficie para encontrar la verdad que se esconde tras la capa de mugre y roña. Y en este caso, esta mugre es la venda que os mantenía ciegos ante lo que realmente pasa en el mundo. Seres de pesadilla y leyenda “conviven” con vosotros, utilizándoos y manipulándoos de una forma u otra… pero eso ahora lo sabéis.

Y por eso os doy las gracias. Por acceder a despertar y abandonar ese mundo de piruleta, tan cómodo, en el que cualquiera puede pensar por ti y cualquiera decide sobre tu vida. Tomar las riendas de tu vida es duro, muy duro… pero eso ahora lo sabéis.


No lo olvidaré nunca.
Mi familia nos necesitaba y la manada decidió no acudir. Hubo un llamamiento para proteger el túmulo. El Wyrm azotaba de nuevo nuestros territorios y nuestras defensas mermaban rápidamente. Mi mujer y mi hijo murieron aquella noche porque mi Alfa antepuso el túmulo a todo, ¡ni tan siquiera consideró dividir la manada para ayudarme! Acudí solo para contemplar el final de la masacre y sucumbir a la rabia totalmente sin ningún control.

Marché de allí. Un antiguo soldado, tanto para los humanos como para los Garou. No iba a ser el alma en pena de nadie y supuestamente fallé a los míos por no acudir a la defensa del túmulo. Sometido a ostracismo y renegado ahora por todos, ¿cuál sería mi lugar? Fue cuando conocí a Zhyzhak en Europa. Una perra corrompida por el Wyrm que había danzado la Espiral Negra. Una grande entre los suyos, una leyenda, me propuso un trato. Que dejara de rondar como un ronin. Me proporcionaría poder a cambio de unirme a ella, veía el potencial en mí, al menos eso decía. Me negué en rotundo.


En lo alto de aquel monte se podía ver toda la ciudad de Cáceres. El viento traía los susurros de innumerables voces espirituales con agradecimientos e información de la ciudad. Una chica morena, de constitución atlética y vestida con un pantalón de deporte largo y camiseta de manga corta blanca, medita sobre una superficie elevada de piedra y cesped. Sentada, postura perfecta, con los ojos cerrados respira profundamente y suelta el aire. Escucha las voces detenidamente y las analiza en su cabeza.

Otra chica algo más recia, rubia y de pelo corto se aproxima a ella. Vestida de deporte y en manga corta, con una leve chaqueta roja de lunares negros encima, anda con paso decidido y se para al lado de la chica morena, esperando a que esta salga de su estado de relajación.

Pasan unos minutos así, la una junto a la otra, hasta que finalmente la chica morena comienza a hablar, sin tan siquiera abrir los ojos y girarse:


Nada más entrar en la habitación y ya tuerzo la cabeza hacia atrás, hago por controlar la respiración, y así intentar serenarme. Miro a todos lados y saludo al respetable con cara de buen humor. Muchos conocidos, otros no tanto, en general buena gente.

Mucho ha cambiado desde que llegué de Londres a esta ciudad, mi ciudad, mucho que aún todavía intento digerir, cosas que sólo una macabra y pérfida mente podría tolerar, otros, intentamos vagar entre esas imágenes, sacadas de un fresco de temática gótica, oscura y más negra que el azabache.

Quien dice vagar, dice..., bueno, por lo menos estoy vivo. Para sobrevivir a estos hechos he tenido que hacer cosas que jamás podría haber imaginado, me sentí muy mal al principio, eso no os lo voy a negar, estuve a punto de vomitar, muchas horas en vela y mi mente acabó hecha añicos. Un cierto tiempo claro, quizás si no fuese así, no podría estar haciendo este ejercicio de reflexión. Sólo habría escrito o dibujado imágenes relacionadas con los hechos vividos de una forma más oscura. De alguna forma he logrado sobreponerme, mis ojos han visto más que mucha gente, mis manos han hecho elementos que en mayor o menor medida han desempañado algún papel en los hechos, mi olfato ha olido trazos indescriptibles, mis boca ha ingerido productos exóticos, pero mi mente, mi mente es la que más ha sufrido.

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