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Diario final de Efialtes


No lo olvidaré nunca.
Mi familia nos necesitaba y la manada decidió no acudir. Hubo un llamamiento para proteger el túmulo. El Wyrm azotaba de nuevo nuestros territorios y nuestras defensas mermaban rápidamente. Mi mujer y mi hijo murieron aquella noche porque mi Alfa antepuso el túmulo a todo, ¡ni tan siquiera consideró dividir la manada para ayudarme! Acudí solo para contemplar el final de la masacre y sucumbir a la rabia totalmente sin ningún control.

Marché de allí. Un antiguo soldado, tanto para los humanos como para los Garou. No iba a ser el alma en pena de nadie y supuestamente fallé a los míos por no acudir a la defensa del túmulo. Sometido a ostracismo y renegado ahora por todos, ¿cuál sería mi lugar? Fue cuando conocí a Zhyzhak en Europa. Una perra corrompida por el Wyrm que había danzado la Espiral Negra. Una grande entre los suyos, una leyenda, me propuso un trato. Que dejara de rondar como un ronin. Me proporcionaría poder a cambio de unirme a ella, veía el potencial en mí, al menos eso decía. Me negué en rotundo.


¿Qué podía hacer un Athro como yo contra el mundo? La desventaja era clara. Mi manada me buscaba, escuchaba a los espíritus cuchichear en su idioma inteligible a mi paso por la umbra… Era cuestión de tiempo que me encontraran. Debía cambiar mi identidad y camuflarme. Entonces Zhyzhak me volvió a contactar. ¿Por qué ese interés en mí? Me volví a negar. No sucumbiría. Tengo suficientes contactos y recursos para valerme por mí mismo.

Volví a Estados Unidos y conseguí otra vez trabajar en el ejército. Pero no en mi anterior puesto. Quería estar arriba y tenía acceso a cierta información secreta gracias a soplones de Langley. Un patriota que se hacía llamar Efialtes… Ese era mi objetivo. Su identidad real era desconocida, nadie de por allí la sabía. Siempre utilizaba codificador de voz. Albergaba demasiada información y debía protegerse incluso de los suyos. Era mi oportunidad.

Averigüé quien era gracias a los espíritus, los cuales me ayudaron a sonsacarle todo lo que vagaba por su mente y después, borrarlo del mapa. No podía quedar rastro de él, pues tome su vida, su nombre… Todo. Poco a poco, durante dos años lo fui moldeando todo a mi gusto y fui escalando. Me mantuvo distraído de mi pasado. Fue cuando me hice por fin con el mando de los “SkullHeads”.

Fui reformando la unidad poco a poco, subiendo las misiones de dificultad para ir diezmando a los buenos y reponiendo con gente algo más de abajo. No me interesaba una unidad excesivamente fuerte como era hace unos años, pero si el renombre que tenían para causar ese miedo en el enemigo. Obviamente los soldados no podían ser del montón, debían destacar en algo. Si no se hubieran levantado demasiadas sospechas…

Me llegó por soplo que el dispositivo TSDS-100 de Pentex estaba en juego en la famosa “Carrera de Mercenarios” y nada menos que Lucius, líder de la famosa RNO estaba involucrado junto con Frederick Boris en la compra de los grupos mercenarios para extraer el dispositivo a Europa. Ahí fue donde comenzó todo. Donde John Thelams escapó y donde el dispositivo pasó de mano en mano mientras el GAL huía de las autoridades. Curioso que luego fueran contratados por la RNO.

Capturamos a Héctor Valbuena en el proceso. Lo torturamos hasta que cantó todo lo que sabía y finalmente tuve que encargarme de todos los presentes. Nadie podía saber lo que estaba ocurriendo. Localizado el dispositivo y sabiendo que iba a caer en manos de la RNO decidí esperar y enviar a los SkullHeads a neutralizarlo. Esa sería mi oportunidad para llevármelo y no dejar testigos. Pero no ocurrió como esperaba. Primero alguien de dentro se olía algo, intentaron sabotearnos cortándonos líneas de suministros y con falsos informes de mala aptitud psicológica y física de los SkullHeads. Moviendo un par de contactos quedó todo controlado.

Tampoco esperaba la declaración pública de la muerte de John Thelams. El héroe de guerra había caído, pero en los verdaderos informes de inteligencia ocultos en Langley, nunca hubo cuerpo. Raro, ¿verdad? No existen las coincidencias. O al menos eso creía…

Zhyzhak volvió a contactar conmigo. Únete me dijo una vez más. Sabía que sería la última vez y comenzarían a atacarme. Me prometieron poder y venganza. El poder lo tenía pero la venganza seguía pululando en mi cabeza… No sucumbí, pero le dije que me lo pensaría. Demasiados años del lado de Gaia para tomar esa decisión a la ligera.

Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que tenía un topo de la RNO dentro de los SkullHeads. La chica tenía agallas. Megabyte… o Alejandra. No la conocía en persona pero debía ser muy valiente para infiltrarse de esa forma entre siete soldados que podrían matarla en un abrir y cerrar de ojos si la descubrían. Parecía tener buenas aptitudes y manejarse bien dentro de su campo. Vi la oportunidad. ¿Por qué no jugar el mismo juego que hacía Lucius conmigo, contra él? La convencí de todo lo que podía ganar de mi lado y accedió a ser mi agente en las sombras. La haría consciente del mundo sobrenatural y la convertiría en un arma a mi favor. Si se revelaba o no era útil, sufriría el mismo final que tendría predestinado para todos los SkullHeads.

Me moví a España a la semana. La unidad no estaba funcionando del todo bien, les veía dispersos y lejos del objetivo y fue cuando me encontré con ese ser. Obiēcit. Me miraba en la distancia, me vigilaba… No podía saber que era hasta que lo vi claro aquella noche. Un caído. El demonio buscaba algo de mí, pero si buscaba pelea le plantaría cara hasta el final si era necesario.

Entonces empezó a pasar algo raro dentro de mí. Sentimientos que hacía años que no experimentaba. La sed de venganza se iba apagando y me llegó a invadir un miedo de olvido del pasado. Disipé tal miedo. Fue cuando decidí que mi vida anterior había acabado. Ahora era Efialtes y me haría hueco en el mundo con grandes actos que hicieran a la gente no olvidarme nunca. ¿Quién me hizo cambiar así? ¿Quizás fue Alejandra por sus reacciones ante mi o su cariño? No sabría decirlo pero es probable de que así fuera. Salí en su defensa cuando Obiecit intentaba atentar contra su vida en su propia casa… Luego me di cuenta de que el caído solo quería confirmar la información de que la protegía ya que me disparó con una bala de plata. Me esperaba. Entonces comenzó todo.

Ella se mostraba nerviosa ante mí, no sabía cómo reaccionar. Una militar de su categoría ante un superior se cuadraría y se pondría firme sin dudarlo. Los SkullHeads eran peculiares en esos aspectos, pero ella no era capaz de mantenerme la mirada. Incluso a veces abandonaba la habitación con alguna excusa para no hablar conmigo directamente. Tímida y culta. Era curiosa. Fue cuando me empezó a llamar la atención en aquel piso franco. Se preocupaba por mí. No pude evitar comenzar a sentir lo mismo por ella. Necesitaba que estuviera viva y estaba en un entorno hostil. Sentía la necesidad de protegerla. Comenzó a convertirse en una debilidad… Una debilidad que acarrearía sin ningún cargo de conciencia con gusto. Quizás Lucius perdiera la cabeza y la asesinara a traición… ¿Cambiaría todos los planes calculados durante meses solo por ese gesto? Es muy seguro que así fuera.

Ocurrió todo en el fatídico fin de semana como estaba planeado. Los SkullHeads fueron diezmados y se centraron en el rescate de los VIP y la RNO seguía apostada con Alejandra entre sus filas. No contábamos con el despliegue de la Mano del Difunto.

No podía dejar que ella cayera por la locura de Lucius. Él era además una pieza clave para mis futuros planes, así que comencé las negociaciones. No quiso entender al principio hasta que le demostré que Frederick, su señor vampiro, había muerto. El ghoul solo quería la promesa de inmortalidad y con un simple fetiche, delante de sus hombres, le demostré que conmigo alcanzaría a tener un enorme poder. El GAL vació sus cargadores contra él y no consiguieron ni tan siquiera dañarle. Sus aptitudes eran necesarias en la nueva RNO.

Allí en su base, les propuse unirse a mí al resto. Los que se negaron bueno… despedacé a uno de ellos delante de todos al cambiar de forma y los demás huyeron. Me divertiría dándoles caza uno a uno a lo largo de una semana. En especial a ese tal Saúl. Ese tuerto plantó cara honorablemente hasta el final como el soldado que es.

Cerramos detalles y preparamos el dispositivo. Nos íbamos. Mi manada nos estaba buscando entre otras manadas demasiado poderosas a las que ahora no podríamos plantar cara ahora mismo, como la de Azul. Solo soy uno y estoy rodeado de humanos. Contaba con la fuerza del Gurahl con el que experimentaron en Pentex pero cayó ante la Mano del Difunto.

Es hora de marchar de Cáceres. El silencio está inquietando a Zhyzhak pero ahora mismo mi mente no puede pensar en la corrupción y el poder. Veo otras posibilidades. Cada miembro de la RNO parte por separado a una parte del mundo con una situación especial. Con gran pesar me separo de Alejandra. Ella me prometió estar bien y volver cuánto antes para que podamos cumplir con nuestro plan. Hay obstáculos por el camino, pero seguro que conseguirá sobrevivir a ellos y volver junto a mi lado. Será una gran personalidad en el futuro y puede que hasta una gran líder si yo perezco.

Yo sin embargo tengo el encargo más peligroso de todos los enviados. Debo despistar a las manadas que nos siguen y atraer la ira de Zhyzhak hacía mi para mantener a la nueva RNO a salvo, hasta que sea más fuerte. Si acabo sucumbiendo a la Espiral Negra, solo espero hacerlo junto a Alejandra y la nueva RNO. No hay negociación posible en que nos separemos. Pero tengo clara una cosa… Mi objetivo de dejar huella en este mundo sigue vigente, de una forma u otra.

Efialtes

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