Lluvia, tan ruidosa y silenciosa a la vez, solo para aquellos que valoran su belleza. Una chica sale de su trabajo cansada, abre su paraguas e inicia el camino a casa. En lo alto de un tejado, una figura encapuchada la observa, esbozando una cálida sonrisa, algo que hace poco comenzó a volver a tener en su rostro. Estaba alegre de ver como la única persona que amó en otra vida continuaba haciendo honor al giro de su rueda en el ciclo.
Pero Adam no estaba esa tormentosa noche para velar por Sonia. El trabajo es el trabajo y él tiene un deber que cumplir por y para todos. Años de sufrimiento y tormento interior le llevaron a mirar con palos de ciego a su objetivo, guiado por la buena mano del padre Vaclac. Ahora él está muerto, pero su fe y su convicción son más grandes que nunca gracias un poder superior que le mostró el camino del que se desvió.