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Los pasos resuenan rápidos pero firmes por los laberínticos y resplandecientes pasillos de la clínica barcelonesa. Casi inconscientemente el personal sanitario se aparta del propietario de dichos pasos, ya que algo en su interior les dice que es una buena idea.

 

Marco llega a uno de los mostradores de la zona de maternidad y lanza una afilada pregunta a la enfermera que se encuentra tras el mostrador. Sin ni siquiera dar las gracias el Ragabash se encamina hacia el número de habitación obtenido, la 202, que irónico. Mueve la mano lentamente hacia el picaporte e inspira fuerte para sosegarse antes de entrar en la habitación. Los últimos días en Cáceres le han tocado un poco los nervios, pero no es nada que él no pueda solucionar, aunque mucho teme que le sea imposible ocultarlo ante ella.

 

La puerta se abre y como él temía, ella está ahí, Mihaela de Dalça, Athro de Los Señores de la Sombra y peor aún, su madre. Le contempla con gesto severo desde sus ojos azul hielo. Un gesto de ella es todo cuanto él necesita para saber que además de estar enfadada, está molesta por su tardanza. Y es que llegar tarde el día que nace tu primer hijo, no debería tener excusa alguna. Otro gesto de ella alerta a Marco de que más le vale no empezar a hablar para excusarse o será peor.

Dos tambores retumban en la noche, acompasados, parece que el fuego de las antorchas bailara al son del cuero vibrante.

 

Las columnas romanas del Templo de la Cilla enmarcan la escena, en contraste con un improvisado barco vikingo de menos de 3 metros de eslora que espera en la orilla del lago de Valdecañas. Justo donde unos meses atrás Garra-Sangrienta había podido descansar por última vez, a la sombra de los olivos que ofrecían cobijo al frío y a la lluvia. Aquel día olía a tierra mojada, café y miedo. Hoy la noche está impregnada de otros aromas: alcohol, aceite de quemar y madera recién barnizada. Y el Ahroun yace a los pies del Pórtico de Augustobriga, esta vez para siempre.

Mi dulce lobita, hoy he soñado contigo.

 

Esta noche la culpa y el dolor me han dado un descanso, y Morfeo me ha regalado una visión de ti, tal y como te imaginaba cuando me dormía las últimas noches acariciándome el vientre, en el que crecías.

 

Estábamos en el claro de un bosque en Irlanda. Lo sé porque la tierra allí es de un verde especial, casi mágico. Tú gateabas hacia mí, entre la hierba y los tréboles, y yo te cogía y te mecía en mis brazos. Te contaba historias de la tierra en la que estábamos y sobre nuestros ancestros, pero también te contaba historias sobre nuestra familia, cómo era Sergio, tu padre, lo valiente que era tu tío Hugo, lo mucho que aprendí de tu primo Phillip, lo maravillosa que es la tribu Fianna, a la cual perteneces desde que fuiste concebida. Te contaba además por qué te puse por nombre Cassandra, y quién fue la orgullosa guerrera que portó ese nombre antes que tú. Te hablaba del clan de Málaga, pero también de la aguerrida Camada de Fenris, de lo extendidos y necesarios que son los hijos de Rata, de lo curiosos que me parecen los Moradores del Cristal y de lo poco que hay que fiarse de los Señores de las Sombras, pese a lo gracioso que me parezca el acento de Marco.

Lleva varios días sin apenas hablarlos, aunque continúan compartiendo viaje. Sabe que intentarse escapar es inútil, darán con ella enseguida. Piensa que es una joven a la que nadie quiere entender y comprender, pero su fallo es no mirar más allá de sus deseos.

 

Todas las noches sin excepción, escucha en su cabeza esa canción que le perturba. Menciona una palabra desconocida para ella, “Tili-tili-bom”. Es un cántico individual, que penetra en su mente como una migraña y la mantiene despierta gran parte de la noche. Habla de alguien que acecha en la oscuridad, que viene a por ella, y la necesidad de irse a dormir.

 

Pasaron los días y esta vez el canto es más fuerte en las noches. Casi como estuviera pared con pared. No suena solo dentro de su cabeza. Las noches se hacen eternas y llenas de pensamientos negativos. Para Lorelei, la desdicha que está viviendo, el no poder hacer lo que quiere y la eterna persecución, comienza a dejar un papel más relevante a la posibilidad del suicidio.

Mientras todos estaban en el orfanato intentando solucionar el gran problema, cuando su tribu estaba recibiendo nuevos miembros y hasta sus familiares más directos estaban corriendo un gran riesgo, ella se enfrentaba a peligros aún mayores.

 

Diez días antes del día cero, entiéndase como día cero el cual en el que Madre se manifiesta, Rancor-de-la-Tejedora decidió seguir las pistas que el sistema y la red de información le lanzó a la cara. Debía moverse rápida y en solitario. Si DD se enteraba, querría involucrarse y no estaba dispuesta a que corriese un peligro aún mayor que el orfanato.

 

Madre fue una variable de alcance que se sumó a la ecuación en el momento más crítico. Después de varios días de moverse en sigilo y luchar para sobrevivir en Umbra, la Theurge vio que la entrada y salida del otro mundo no era productiva, así que decidió desaparecer. Sabía que el Lobo Solitario moría, pero no le quedaba otra opción.

 

O dividían fuerzas y arriesgaba todo, o acabarían aplastados. DD debía comprender, MortalCupcake también. Los nuevos afiliados a la gran red también deberían verlo. La Theurge fue a por todas en su propósito.

Lorelei no es del todo consciente del peligro que va tras ellos. Pero ella tiene sueños. Quiere viajar, no estar bajo el yugo de sus padres. Quiere poder tomar sus propias decisiones, desentenderse de ese mundo que protege el velo. No quiere ver más muertes, no quiere llorar más pérdidas. Quiere ser libre.

 

Pero nada es fácil. Menos para ella y su familia. Su madre siempre busca su protección, llenar su cabeza de conocimiento para lo que pueda ocurrir. Lorelei aturdida de Umbra y todas las cosas que le cuenta su madre, está hastiada de tener siempre que contentar a todo el mundo. Y luego está Luther, el novio de su madre. Nunca será su padre ni lo aceptará como tal. Está cansada de sus órdenes y de sus intentos de pisotear sus sueños bajo la excusa “hacemos lo mejor para ti”.

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