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[6:30 AM]
El despertador suena. Una capsula mono dosis en la cafetera. Unas fuertes ganas de fumar. “Lo estas dejando, venga”. El mono le hace tener más hambre y el desayuno es copioso, unas galletas de estas nuevas, sanas, con vitaminas, unas tostadas con verduras ecológicas, jamón y bien de aceite. “Me voy a poner como una foca, ya puedo quemarlo, joder” Llegada a la comisaria, una hora antes de que empiece el turno. Gimnasio, necesita desgastarse un poco, sabe que si no sus nervios no estarán templados. Ducha. Segundo café y a currar.


Uno de los nuevos Gutiérrez decide ser el primero en entrar a mi despacho. A quejarse.

 

 

En una estancia oscura con forma hexagonal, cinco figuras se reúnen alrededor de un altar. Dos hombres y tres mujeres.

 

El hombre joven de pelo ceniciento y porte atlético ha realizado una pregunta y mira con decisión a los demás: el otro hombre encapuchado con una sudadera y las manos metidas en los bolsillos, en un tono despreocupado mira a los demás esperando. La mujer rubia, bella y divina con un vestido de gala simplemente ríe como una lunática. La más bajita de las tres chicas, con una apariencia adolescente y moderna como los chicos que suelen jugar a videojuegos, solo observa dando un pequeño paso atrás. La última figura femenina, con capucha blanca, solo mira al suelo.

- Patético… - Clama el hombre joven de pelo ceniciento.

- Tampoco es para tomárselo así… - Reclama rápido el encapuchado con la sudadera mientras la estridente risa de la rubia se mete entre sus palabras y se hilvana a su brazo.

- ¿Tú lo harías mejor J? – La rubia interrumpe su risa solo para burlarse del hombre que parece liderar la reunión, el cual cambia su gesto hacia molesto.

 

El ruido de la puerta abrirse hace que los cinco lleven su atención hacia ella. Una nueva figura femenina de pelo rojizo entra en escena, vestida como una diva, deslumbrando a su paso y sin poder dejar indiferencia a cualquier mortal a su paso. La rubia se muerde los labios al verla llegar y corre a abrazarse a ella, el de la sudadera mira al supuesto líder desde la oscuridad de su capucha con un tono burlón y la más joven se coloca los cascos conectados a su móvil murmurando un “ya empezamos…”.

- No has sido invitada Veronique – Reclama el hombre de pelo ceniciento al que antes llamaron J.

- No, pero es la única manera de cogeros juntos – Dice Veronique mientras da un beso en la frente a la chica rubia. – Necesito de vuestra ayuda.

 

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