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Diario de un descarriado: Entrada 4

Limpio la pátina de barro y sangre del pálido rostro de una de mis lugartenientes, toda la red de contactos que ella manejaba esta ahora fuera de mi alcance, el mundo inmaterial que ella moldeaba y sentía ha desaparecido. Nos fue muy útil, sobre todo con el investigador y el caso de esa chica, su hija, nosotros lo resolvimos, encontramos el cuerpo en ese embalse de aguas turbias, le dimos descanso arriesgando mucho, a ella y a muchos otros. Antes de que todo cambiase los mercenarios habían tenido contacto con entes sobrenaturales que campaban a sus anchas por la finca, esperando su descanso eterno, decían haber tenido una conversación bastante entretenida con un caballero de Alcántara que se alegró al enterarse de la noticia de las expulsiones de los musulmanes y judíos de la península, pero parecía reacio a creer que lo hubiera logrado una Reina añadiendo que sin un Rey fuerte una Reina no podría, tampoco le gusto que ese Rey fuera aragonés, difícil de entender la mentalidad medieval, pero terminó descansando a lomos de su garañón y cabalgó hacia… lo desconocido.

 

Coloco flores en la tierra removida, debí haber cavado un poco más profunda la tumba de mi amigo, puede que las lluvias la despejen y queden al descubierto su cadáver, no tengo mucho tiempo, algo debe estar entreteniendo a las autoridades para que no estén ya aquí.

Arranco el BMW, no llevo ningún arma. Bajo el camino lo más rápido que puedo, tomo la carretera vieja a Arroyo de la Luz y giro dirección Brozas dejando atrás la pequeña población. Me cruzo en la carretera con patrullas de la Guardia Civil y algunos efectivos militares, me dan el alto y no tengo ningún problema, ni siquiera cuando uno de los agentes se fija en la herida de mi cara. Salgo a la autovía y decido que mi destino será Bilbao…

 

 

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