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Diario de un descarriado: Entrada 2

Despierto tumbado en el suelo. Creo que he tardado más de una hora en levantarme del todo y poder llegar al baño. No recuerdo haber encendido la luz ni haberme colocado frente al espejo. Tengo la ropa destrozada con una gran cantidad de agujeros y está sucia, de sangre y barro, los pantalones también. Me desnudo torpemente, tengo cardenales y moratones por todo el cuerpo, ¿me han dado una paliza?

 

No.

 

Me han fusilado, lo recuerdo vagamente, pero era para demostrar algo… recuerdo el olor a ceniza que me inunda las fosas nasales, los ojos de la bestia humana mirándome fijamente a través de la noche mientras deja escapar entre sus dedos las cenizas de lo que fue mi pasado. Me veo a mi mismo, recibiendo los disparos de una primera ráfaga, recargan sus armas y les grito que son unos perros traidores, que si no tienen nada mejor para mí, que si esto es todo. Vuelven a descargar sus armas y caigo de rodillas. Siento la mayor de las satisfacciones al ver como mi cuerpo escupe las balas lentamente entre borbotones sanguinolentos con trozos de carne y tripas…

Alzo la mirada ahora que no me siento tan mareado y me miro en el espejo, veo la herida de mi rostro y frunzo el ceño, lo recuero. Fue antes del fusilamiento…

 

El soldado, podía haber seguido vivo el maldito, le di opciones; fusilamiento, sacrificio ritual en el que sería desangrado por mil cortes, la horca o unirse a mí y vivir, tan solo debía entregarme su voluntad.

 

Estaba aislado y sin posibilidad de contactar con su escuadrón de calaveras, sin escapatoria y totalmente al descubierto, desarmado, al menos en teoría, tuvo opciones, y decidió apuñalarme en el rostro, me atravesó la barbilla desde abajo partiéndome la mandíbula, una herida bastante grave que me marcará el rostro para siempre.

 

No sé quién mató al soldado, vi su cadáver mientras me llevaban a enfermería y me revolví, salte sobre él y mordí y desgarre su carne, me alimente de él y saboree su sangre en mi paladar. Era un buen soldado que murió tontamente y fue devorado por mi bestia interior que rabiosa y herida clamaba venganza. Todo delante de los mercenarios.

 

Me llevaron a enfermería, pedí mi botella, me la dieron, está bastante mermada, un trago corto seguido por otro más largo, la botella queda casi acabada, conseguir más va a ser complicado, Fredderick no está localizable, el plan debe continuar, solo ha sido un ligero contratiempo.

 

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