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Nocheterna

 

 

Yo cantaré vuestras historias cuando hayáis muerto

 

Pocas cosas son más ensordecedoras que el silencio tras una batalla. Cuando todo lo que queda es sangre y muerte los vivos contienen la respiración, como si todavía no pudieran creer que lo que los rodea sea real. Observan su entorno como si de algo ajeno a ellos fuera, como si mirasen una película o la historia de otro, totalmente despersonalizados y perplejos, incapaces de asumir el desastre que sienten en sus huesos y sus almas.

 

Los tres hijo de Noche no tardaron en reunirse pues a pesar del frenesí de la batalla no habían ido unos muy lejos de los otros, como si unos lazos invisibles los mantuvieran cerca. Se miraron cubiertos de sangre y completamente desnudos sin atreverse a pronunciar las palabras que les quemaban en la garganta y que nunca llegaron a decir pues no eran necesarias, aquello que los unía estaba por encima del entendimiento o la empatía, eran almas que habían decidido sellar sus destinos en un mismo objetivo, para bien o para mal.

 

Caminaron durante kilómetros observando el desastre, se cubrieron como pudieron con aquello que encontraron y siguieron adelante sintiendo bajo los pies descalzos una tierra a la que habían llegado a llamar hogar. No tardaron mucho en encontrar el cuerpo sin vida de la parte del alma que ahora les faltaba, que con una sonrisa en los labios y el hacha aún bien sujeta parecía dormir plácidamente mientras los esperaba. La recogieron y transportaron con delicadeza y cariño, aguantando las lágrimas por respeto a una guerrera caída con honor y gloria. No quiero veros llorar, quiero que estéis tan felices como yo porque voy a ir al Valhalla.

 

Un día después, en un lugar seguro, el brujo y la gitana observan como su hermana de manada termina de decorar con flores una barca. En el centro descansa el cuerpo de Aliento del Cazador, con expresión serena y el hacha, que nunca soltó, depositada sobre su pecho. A su alrededor sus hermanos han dejado flores, piezas de caza, pieles y recuerdos, y quizás algún barril de cierta cerveza especial, para nada sustraído discretamente de un almacén.

Estrella Polar se encarga del sacrificio ritual, más cercano a sus costumbres que a las de sus dos hermanos. Un precioso caballo negro como la noche, que sereno recibe el rápido corte que se lleva su vida sin dolor o sufrimiento, y cuyo espíritu acompañará a Aliento del Cazador al Valhalla.

Senda Oscura mancha sus dedos con la sangre del animal y dibuja una marca en la frente de su hermana caída y en sus manos, después en las mejillas y barbilla de sus otras dos hermanas y por último dibuja dos líneas desde sus ojos cruzando su cara, lás lágrimas de sangre que no se atreven a derramar.

 

Entre los tres empujan la barca hacia dentro en el lago en el que se encuentran, donde se mueve perezosamente bajo el manto de la noche, que en silencio también contiene las lágrimas por una de sus hijas.

- Espero que hoy puedas hacer una excepción y que permitas que quiebre levemente tu oscuridad, la ocasión lo requiere.- Dijo Requiem mirando al cielo, a unos ojos que no podía ver pero que sabía siempre la observaban, y después acercó la punta de una flecha a Senda Oscura, para que este pudiera prender el fuego. Tensó el arco, contuvo la respiración y disparó la flecha que se clavó en el casco de la embarcación, que hubiese deseado que fuera un drakkar.

 

El fuego no tardó en extenderse por toda la embarcación, alimentado por el combustible con el que habían empapado la madera y bajando el arco la voz de la Galliard se levantó en el silencio de la noche:

 

He aquí que veo a mi padre

he aquí que veo a mi madre, 

a mis hermanas y a mis hermanos.

He aquí que veo el linaje de mi pueblo hasta sus principios,

he aquí que me llaman para que ocupe mi lugar entre ellos en los atrios de Valhalla, 

el lugar donde viven los valientes para siempre.

 

Los tres observaron el fuego y como por último la barca que se hundía en aquel lago, no fue hasta entonces que se permitieron las lágrimas desgarradoras por aquella a la que habían perdido. El dolor como un huracán a penas controlado que amenazaba con llevarlos a los tres un lugar oscuro del que ningún garou vuelve.

 

Una vez llorada su pena los tres recogieron sus cosas y partieron nuevamente. Y ya de vuelta al camino Senda Oscura preguntó algo que llevaba rumiando desde que su hermana le contó lo que quería hacer.

- ¿Desde cuando sabes tú como hacer un rito fúnebre vikingo? 

 

Le lanzó a su hermano una sonrisa triste y cargada de ironía, como venía siendo costumbre. -Desde que formamos manada los cuatro y supe que algún día tendría que decirle adiós. Yo cantaré vuestras historias cuando estéis muertos.

 

Realizado por: Laura

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