El Salugral sufre las consecuencias de ser un campo de batalla para el Pueblo. Explosiones, electricidad surcando el cielo, los estragos de garras y colmillos, así como las emanaciones de los enemigos, todos ellos lacayos del Wyrm. Los campos de batalla siempre se llevan la peor parte, pues sus heridas y cicatrices siempre permanecen durante más tiempo. 

La Penumbra del lugar ahora es más oscura, más salvaje. Las escasas telarañas que cubrían el lugar están rotas y deshilachadas, y durante varias noches, Selene se muestra rojiza como la sangre en el cielo umbral.

Las noticias se hacen eco del suceso, pero no es lo único que llama la atención. Las corporaciones Entec y Pharmatecnic Inc., recientemente inmersas en un proceso de fusión empresarial, denuncian ataques a sus sedes, por parte de activistas radicales que les culpan de todo mal acontecido en el último medio siglo en el territorio extremeño.

En internet circulan opiniones de todo tipo sobre los peligros de los llamados influencers. Por un lado se les defiende como la voz más auténtica de la población, sin filtros políticos o económicos. Por otro se les ataca como un verdadero peligro para la sociedad, al manipular a las masas para lograr sus propios y egoístas objetivos. Se señala especialmente a una adolescente, a la que catalogan de “difícilmente capaz de gestionar su patrimonio”, una chica que emite en directo sus partidas a juegos online, pero al mismo tiempo orquesta peligrosas diatribas orientadas a perjudicar a las empresas que levantan el tejido empresarial y económico de la zona.

Las calles de Cáceres también son escenario de una guerra a pequeña escala. Las bandas callejeras parecen moverse, impulsadas por un resorte invisible, como una reacción a los hechos recientes. Mafias de la Europa del Este enfrentadas a narcotraficantes locales, conocidos como los Víboras, sin duda peleando por un trozo del pastel que supone el crimen en cualquier ciudad del mundo.

El número de peregrinos que realizan el camino de Santiago por la Ruta de la Plata desciende ostensiblemente en las últimas semanas. Todos los hechos recientes hacen del periplo algo menos seguro, con las consecuencias económicas que ello conlleva para la zona. Comercios locales, como El Guardián de la Calma o el Viejo Baúl, se ven resentidos, aunque en menor escala, por el mismo motivo.

De manera poco llamativa, pero cada vez más, aparecen noticias en medios locales, alertando de la invasión de gitanos. Las zonas rurales al parecer están “infestadas” según proclaman algunos medios, de campamentos gitanos. Gente que sólo viene a robar y propagar enfermedades y malas costumbres. Una radio local, dirigida por un periodista de medio pelo, pero claramente de rancias ideas políticas de derechas, llega a afirmar y poner el foco en una familia, los Romanseck, a los que cataloga poco menos que de culto satánico.

Entec también aparece en las noticias por otro motivo, aunque en este caso no se trata de ningún escándalo, ataque o maniobra económica. En una esquela se habla de un empleado de la compañía. No se trata de un alto ejecutivo, sino de un simple y humilde transportista. No se aclaran los motivos del fallecimiento, pero en el nuevo edificio que se está construyendo, como sede conjunta de Entec y Pharmatecnic tras la fusión, se emplazará un monumento conmemorativo, no sólo para dicho empleado, nombrado simplemente como R. G., sino representando a todos los sacrificios que hacen las buenas gentes de Extremadura en su día a día. El monumento, una pequeña estatua representando a un obrero, tiene un parecido más que inquietante con Roberto, pariente, parte del Pueblo, y durante mucho tiempo portador de la voz del Entiznáu.