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Destino: Arreat, el Fin del Mundo

 

Aunque Tyrael encargó a Marius viajar a la Forja del Infierno y destruir la Piedra del Alma que había arrancado a Baal, éste no tuvo el valor suficiente para afrontar la misión. En su lugar las horribles visiones que padeció en su viaje junto al Nómada hacen que termine encerrado en un asilo para dementes y allí es asesinado por el propio Baal para recuperar su fragmento de alma. ¿Cómo lidiar ahora con un demonio mayor que porta al cuello su propio punto débil?

 

Pero hablemos de quien tenemos delante. Mi edad avanzada me hace ver que los lazos se atan y que los problemas se agolpan a nuestras puertas. La pequeña Leah duerme mientras escribo estas breves líneas, dejando registrado todo por si algo me ocurriera y Theod debiera continuar mi legado.

 

Diablo dirigía los Infiernos Abrasadores junto a sus hermanos Baal y Mephisto durante muchísimo tiempo, enfrascados en una guerra sin fin contra los Altos Cielos. El arcángel Inarius y Lilith, cansados de esta guerra eterna, decidieron crear un refugio a salvo de este enfrentamiento, Santuario. Junto a otros demonios y ángeles, poblaron el mundo de Santuario con sus propios hijos, que resultaron no ser ni demonios ni ángeles. Estos hijos son los Nephalem y Diablo vio un gran potencial en ellos.

 

La guerra se paró entonces, al ver los combatientes lo que había sucedido en Santuario. Los altos cielos, con Tyrael e Imperius a la cabeza, querían eliminar esta aberración. Diablo vio que los poderes de los Nephalem eran tremendamente grandes y comenzó la Guerra del pecado. Cuando Tyrael y los ángeles vieron la bondad de la raza humana, decidieron abandonarlos a su propio destino, pero la Piedra del mundo sería como un seguro, haciendo que los Nephalem se volvieran menos poderosos.

 

Los demonios menores, cegados por su odio a los altos cielos, veían las acciones de los demonios primarios sobre Santuario como una distracción de la guerra verdadera y alentaron la revolución en el infierno. Los Tres fueron expulsados del infierno y terminaron en el mundo de Santuario, propagando el caos por donde pasaban.

 

Haciéndose pasar por Dialon, el espíritu de la determinación, Diablo guio a un grupo de fanáticos para intentar controlar el reino. El fracaso de este plan llevó a Tyrael a crear las piedras del alma y encargar a la orden Horadrim el encarcelamiento de los demonios primarios.

 

La piedra del alma de Diablo fue escondida en las profundidades de un monasterio horádrico que posteriormente sería el pueblo de Tristán. Cientos de años después, el poder de Diablo creció hasta corromper al rey Leoric, invadiendo sus sueños e intentando poseerle. Leoric consiguió resistirlo pero enloqueció.

 

Diablo también había atraído la atención del arzobispo Lazarus, el consejero de Leoric y con su ayuda consiguió que el rey se volviera contra su pueblo, ejecutando aquellos que le desobedecían y ordenando una guerra contra el reino vecino de Westmarch con quien mantenía relaciones amistosas. Cuando el príncipe Albrecht desapareció, hizo una gran purga del pueblo de Tristán, sin embargo, fue Lázarus quien había secuestrado a su hijo.

 

Diablo se dio cuenta de que, a pesar de que Leoric era demasiado fuerte para él, Albrecht no lo era. Diablo poseyó al pequeño Albrecht y lo transformó en su característica forma demoníaca. Poco después Aydan, Cuervo Sangriento y Heródoto se adentran en la catedral de Tristán, atravesando laberintos, catacumbas y cuevas hasta alcanzar el infierno y derrotar a Diablo. Sin embargo, tras la derrota, Aydan decide incrustarse la piedra del alma de Diablo en su propia frente, esperando poder contener el demonio por sí mismo. Se vio en la necesidad de avanzar hacia el Este para enjaular a Diablo una vez más.

 

Ahora llamado el vagabundo, viajó por distintos reinos, invocando demonios en su camino mientras Diablo lo iba poseyendo lentamente. Diablo consiguió traer al mundo de Santuario a los demonios menores Andariel y Duriel que le ayudaron a avanzar en su camino para liberar a sus hermanos.

 

Con la compañía de Marius, el vagabundo perdió el control y se dirigió a las tierras de Lut Gholein y la tumba de Tal Rasha para liberar a Baal. Seguidamente se adentró en las selvas de Travincal y llegó hasta Mefisto. Los tres demonios abrieron una puerta al infierno, donde finalmente Diablo terminó de poseer el cuerpo del desdichado Aydan, hijo menor de Leoric.

 

En el infierno, Diablo preparaba la guerra de nuevo, pero nuevos héroes le siguieron hasta su propio Templo del fuego. Héroes aguerridos que han pasado por todo tipo de penurias hasta llegar donde están hoy. Solo espero que no se dejen llevar, que abran los sellos uno a uno y mediten bien que hacer y lo tomen con calma. Solo deseo que no se les ocurra la locura de confrontar al Señor del Terror de frente cara a cara pues ni si quiera la muerte podrá librarles de él. Aguardo con toda mi alma que llegue el día en que pueda volver a ver a mi joven aprendiz Theod para que pueda seguir llevando la carga de la sabiduría.

 

Mis huesos me dicen que no me queda mucho en este mundo pero debo aguantar hasta que recojan a la pequeña. Son tiempos aciagos y solo un pequeño fallo, nos llevará hasta la perdición. Aún quedan a los demonios movimientos que hacer y fichas que jugar, esperemos no tener una sorpresa de última hora.

 

~ Deckard Cain, viejo Horadrim de la Orden de la Llama.

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