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Epílogo: Libelle

 La niña se inclinó peligrosamente sobre el estanque extendiendo la mano para tratar de rescatar a la libélula que se estaba ahogando a pocos centímetros de la superficie. El pequeño insecto luchaba desesperado en vano por ascender al cielo, sus alas que parecían rotas impidiendoselo.

 

Una mano anciana pero firme la sujetó por el hombro antes de que la niña se cayese a las aguas y la ayudó a incorporarse. 

 

- Mi niña, tienes que tener cuidado, podrías haberte caído y el agua en noviembre esta muy fria. 

 

- Pero abuela Agnes, se estaba ahogando- dijo la niña poniendo un mohín de disgusto en sus mejillas enrojecidas por el frío. 

 

- ¿Y hubiese merecido la pena salvarla si al final mueres ahogada?

 

No es fácil tomar ese tipo de decisiones cuando solo tienes siete años, la niña giró suavemente la mano para ver cómo el pequeño animal trepaba por su mano y la encerró entre ambas para darle calor. 

 

Los escasos rayos de sol acariciaban las plantas del jardín de la gran mansión donde ella se había criado. Una gran extensión de verde llena de rosales a lo largo del camino sin flores y llenos espinas. Con la claridad propia de los niños respondió a su abuela. 

 

- Alguien tenía que intentarlo ¿no? No había nadie más, solo estábamos nosotros. Aunque fracasemos no me arrepiento y creo que ellos tampoco.

 

- Pero no lo lograsteis, este final era inevitable. Las cosas siempre ocurren por una razón, Lidia.

 

La niña acuno entre sus manos a la libélula pensando que entre ellas se calentaria y soplo para darle el calor de su aliento.

 

 - Solo tiene miedo y está sola. Pero la próxima vez lo logrará. 

 

La abuelita le arregló el abriguito de paño rojo y sonrió con suavidad ante su nieta, colocando una mano sobre su cabeza y otra sobre las manos cerradas de ella.

 

- Nunca estamos realmente solos Libelle. Solo lo estamos cuando cerramos nuestro corazón a los demás tratando de dejarlos fuera para que no nos hagan daño. Si los dejamos entrar nunca estaremos solos, solo estarán lejos.   

 

Libelle sonrió mientras tenía los ojos cerrados, recordando o quizás soñando, quizás ambas cosas. 

 

- ¿Sabes lo que significan las libélulas Lidia? Unos dicen que son hadas disfrazadas, otros que las libélulas azules son portadoras de las almas de los que se han ido que aún cuidan de nosotros. Las libélulas son mensajeras que nos traen buena fortuna. Por eso es un símbolo que te ha acompañado en todo este viaje. Pero también significan algo más, mi niña. . 

 

- ¿Qué abuela? -dijo la muchacha sentada en aquel suelo blanco y frío que ahora estaba cubierto de toda clase de dibujos de cosas que estaban demasiado lejos para alcanzarlas.. 

 

- Transformación, renacimiento…pero sobre todo….

 

Esperanza. 

 

Libelle abrió las manos para contemplar como la libélula alzaba el vuelo hacia el cielo azul.

 

FIN

Relato de: Leticia

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