Sola.

Otra vez se sentía sola. Esos desgraciados le habían encerrado, y pese a que sentía que su prisión poco a poco se iba debilitando, esa soledad iba destruyendo lo poco bueno que quedaba en ella.

Las horas se volvieron días, los días meses, y los meses años. La prisión poco a poco se encogía y se entornaba a ella como si espinas de un rosal constriñeran su cuerpo. Su prisión se oscurecía probándole de toda la luz y lo bueno de este mundo. Todo lo que podía escuchar era su propia voz gritándole chillándole por todo eso errores que había cometido en el pasado.

Hasta que la luz volvió a ella.

-No…tú… ¿Qué haces aquí? ¡Tú no deberías existir!

-Bueno, el universo tiene interesantes maneras de ajustarlo todo, creo que me ha devuelto a ti en este momento tan oscuro, creo que el universo sabe que necesitábamos estar unidas otra vez.

-¡Mientes! Es otro de tus trucos para conseguir algo de mí.

-Sabes que no es tan fácil Aurelia, nunca lo es con nosotras. En algunos como tú y como yo la verdad tiene extrañas maneras de presentarse.

-¿Cómo cuando me traicionaste no?

La luz profesa un hondo suspiro

-Aurelia, la canción va a volver a ocurrir otra vez. Lo que hacían aquí con las almas de los magos, la llamada a Jaelle, la tejedora de sueños libre…y creo que los otros tres pilares ya han movido sus piezas.

Y yo no tengo la fuerza suficiente. Necesito más para parar esto. Necesito a mi mejor amiga. Así que hagamos una cosa, yo dejo un sendero de migas de pan para que podamos vernos de nuevo, vamos, tomamos el té, y hablamos como si este medio siglo no hubiera pasado ¿vale?

La chica con la máscara de gas medito su respuesta. Durante un segundo quiso negarse, darle esa victoria era una humillación para ella, pero la libertad era demasiado prometedora, aparte dentro de ella sabía que añoraba a su amiga, solo con ella podía ser libre.

-Acepto.

El camino se hizo y Aurelia notaba como su prisión se liberaba un poco.

Y fuera, una grieta se formaba en una esfera.